¿Qué le pasa a tu cuerpo cuando dejas de hacer ejercicio?
Se necesita mucha constancia para mantenerse en forma. La frecuencia y la regularidad forman parte de los factores claves para llevar un estilo de vida saludable. Sin embargo, ya sea por falta de tiempo, de motivación o, sencillamente, por la aparición de lesiones, no siempre es posible responder a la exigencias del entrenamiento.
De esta forma pueden surgir periodos prolongados de inactividad, que tienen un impacto en nuestro cuerpo y en nuestra salud. Se pierde fuerza y masa muscular, a la vez que la capacidad para almacenar grasa aumenta.
Por otro lado, están los efectos psicológicos que aparecen con el sedentarismo, ya que el cuerpo reduce la segregación de aquellas sustancias químicas que combaten el estrés y provocan bienestar, además de provocar en muchos casos un descenso en la autoestima.
Descenso de la capacidad aérobica
El consumo máximo de oxígeno (o VO2 máx) es una magnitud utilizada en el mundo del deporte para señalar la cantidad de oxígeno que el organismo puede absorber, transportar y consumir en un tiempo determinado. Es una forma eficaz de establecer la capacidad aeróbica de una persona. Cuando se abandona la actividad física lo primero que se pierde es el VO2 máx, lo que implica que el cansancio aparece con mayor facilidad. Después de sólo 14 días se percibe claramente la caída y en un periodo de inactividad de cuatro semanas, el VO2 máx puede disminuir hasta en un 15%.
Ahora bien, este descenso de la capacidad aérobica es uno de los efectos en los que mantener algún tipo actividad -incluso a bajas intensidades-, tiene más importancia.
Aumenta el riesgo de hipertensión
Varios estudios realizados indican que abandonar los entrenamientos regulares puede causar un aumento en la presión arterial. De hecho, estos cambios aparecen después de sólo dos semanas desde la interrupción del ejercicio. Aunque estos resultados no significan que dejar los entrenamientos asegure desarrollar hipertensión, sí aumenta el riesgo de sufrir diversos problemas relacionados.
Asimismo, la circulación también se vuelve más lenta, porque la musculatura no requiere grandes aportaciones de oxígeno para mantenerse activa. El volumen del plasma de la sangre disminuye, así como el volumen sanguíneo y se reduce la viscosidad de la sangre, que tiende a espesarse.
Pérdida de tono muscular y fuerza
La resistencia y el fondo físico son lo primero que se va, pero la pérdida de masa muscular le seguirá tarde o temprano. Algunos estudios estiman que en un periodo de entre 10 y 28 días, dependiendo del individuo, se empiezan a manifestar una notable disminución de la fuerza muscular y una pérdida de potencia, incluyendo también disminución de velocidad, movilidad y coordinación.
En sólo un mes sin ejercicio, la pérdida de masa muscular oscila entre el 1% y el 5%. A partir de la octava semana de abandono del entrenamiento la pérdida de la fuerza muscular se sitúa entre el 7-12%.
Aumento del peso y la grasa
Otro de los grandes beneficios del deporte es la capacidad para alterar el metabolismo, acelerándolo. Un estudio de 2012 aparecido en la revista ‘Journal of Strength and Conditioning’ descubrió que un grupo de nadadores profesionales que siguieron un descanso de cinco semanas experimentaron un aumento del 12% en el nivel de grasa corporal, acompañado de un aumento de su peso y la circunferencia de su cintura.
Además del citado aumento de peso, un estilo de vida completamente sedentario puede conducir a una serie de complicaciones, que incluyen problemas de salud como diabetes, enfermedades cardiovasculares y problemas de articulaciones y ligamentos.
Una dieta sana y equilibrada y el mantenimiento de una vida activa, aunque no se practique ningún deporte, actúan sobre el metabolismo, que de otra forma gasta muy poca energía y, por lo tanto, tendería a almacenar esa energía en forma de grasa.
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